Hoy te traigo una historia de
tattoos de las que arrancarán seguro una sonrisa de tu boca. Es curioso ver qué
nos impulsa a lucir un tattoo art en nuestra piel y cuáles son los motivos que
nos hacen llegar a querer llevar un tatuaje sobre nosotros para siempre.
Felipe es una de estas personas con un motivo más que personal para llevar el tattoo que lleva y con una historia muy simpática y rebelde.
Cuando era pequeño, mientras veraneaba en Valencia se compró una calcomanía (si, si, de las de chupar y pegar en el brazo) de un tiburón, porque a Felipe siempre le han gustado los tiburones. Pero a su madre no le gustaban ese tipo de cosas y no le dejaba ponérsela amedrentándole con que eran cancerígenas.
La de Felipe es sin duda una buena historia del tatuaje, que hace sonreír y demostrar que las cosas más simples pueden ser idóneas para recordarlas siempre.
Si tú tienes una historia que te gustaría contar, no dudes en mandarme un mail a historiasdeltattoo@gmail.com
Felipe es una de estas personas con un motivo más que personal para llevar el tattoo que lleva y con una historia muy simpática y rebelde.
Cuando era pequeño, mientras veraneaba en Valencia se compró una calcomanía (si, si, de las de chupar y pegar en el brazo) de un tiburón, porque a Felipe siempre le han gustado los tiburones. Pero a su madre no le gustaban ese tipo de cosas y no le dejaba ponérsela amedrentándole con que eran cancerígenas.
Entonces Felipe, en su punto de
rebeldía decidió guardarse la calcomanía para llevarla siempre consigo en su
cartera. Como no le dejaban lucirla, ya apuntó maneras amenazando a su madre
con que iba a hacer ese dibujo en tattoo cuando cumpliera la mayoría de edad y
su madre, obviamente, no le hacía mucho caso pensando que se le pasaría.
Cuando llegó su 18º cumpleaños,
su hermana le preguntó qué quería como regalo, y él, cumpliendo con su palabra
le pidió un tatuaje, pero no uno cualquiera, sino el del tiburón que no le
dejaron ponerse.
Hace ya años que tiene el tiburón grabado
en su piel y aunque, con el tiempo, cada vez se parece más a un tattoo, al
principio se lo hicieron tan exacto a la calcomanía (incluso con los colores),
que la gente pensaba que era de mentira.
A día de hoy aún conserva el ticket
del tattoo y cada vez que va a Torremolinos pasa siempre por el lugar donde
está el estudio aunque ya hace dos años que cerró.La de Felipe es sin duda una buena historia del tatuaje, que hace sonreír y demostrar que las cosas más simples pueden ser idóneas para recordarlas siempre.
Si tú tienes una historia que te gustaría contar, no dudes en mandarme un mail a historiasdeltattoo@gmail.com
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