2 dic 2013

La historia de tattoos más graciosa que leerás, Felipe y su tiburón.



Hoy te traigo una historia de tattoos de las que arrancarán seguro una sonrisa de tu boca. Es curioso ver qué nos impulsa a lucir un tattoo art en nuestra piel y cuáles son los motivos que nos hacen llegar a querer llevar un tatuaje sobre nosotros para siempre.
Felipe es una de estas personas con un motivo más que personal para llevar el tattoo que lleva y con una historia muy simpática y rebelde.

Cuando era pequeño, mientras veraneaba en Valencia se compró una calcomanía (si, si, de las de chupar y pegar en el brazo) de un tiburón, porque a Felipe siempre le han gustado los tiburones. Pero a su madre no le gustaban ese tipo de cosas y no le dejaba ponérsela amedrentándole con que eran cancerígenas.

Entonces Felipe, en su punto de rebeldía decidió guardarse la calcomanía para llevarla siempre consigo en su cartera. Como no le dejaban lucirla, ya apuntó maneras amenazando a su madre con que iba a hacer ese dibujo en tattoo cuando cumpliera la mayoría de edad y su madre, obviamente, no le hacía mucho caso pensando que se le pasaría.
Cuando llegó su 18º cumpleaños, su hermana le preguntó qué quería como regalo, y él, cumpliendo con su palabra le pidió un tatuaje, pero no uno cualquiera, sino el del tiburón que no le dejaron ponerse.

Hace ya años que tiene el tiburón grabado en su piel y aunque, con el tiempo, cada vez se parece más a un tattoo, al principio se lo hicieron tan exacto a la calcomanía (incluso con los colores), que la gente pensaba que era de mentira.
A día de hoy aún conserva el ticket del tattoo y cada vez que va a Torremolinos pasa siempre por el lugar donde está el estudio aunque ya hace dos años que cerró.

La de Felipe es sin duda una buena historia del tatuaje, que hace sonreír y demostrar que las cosas más simples pueden ser idóneas para recordarlas siempre.

Si tú tienes una historia que te gustaría contar, no dudes en mandarme un mail a historiasdeltattoo@gmail.com

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